31 de agosto de 2014

CONTIGO

                                   


Y al final de la noche, 
cuando sus miedos eran aún más intensos, 
cuando el sonrojarse se hacía más frecuente, 
cuando mirarlo la dejaba inmóvil, 
cuando tomarle la mano ya no le resultaba algo tan absurdo, 
cuando sus sonrisas se cruzaban en cada una de las canciones que sonaban,
cuando la posibilidad de un beso se hacía aún más fuerte, 
y cuando el exceso de temas en común los hacia reír y bromear en cada esquina, ella le declaró: 

- Sucede que no creo en las coincidencias contigo.