28 de septiembre de 2014

MARIPOSAS ESTRELLADAS


Y entonces ella tomó el lápiz como si fuera un arma, abrió sus ojos pardos, inyectados de sueños. Observó con angustia la página en blanco y entendió que era su historia la que tenía que contar.

Decidida, plasmó el dolor de no poder raptarlo, ni de tomar su mano para no soltarla. Estampó en el papel el deseo de contemplar su risa, de verse en sus ojos y rozar su espalda. Describió la angustia de la no cercanía, del no irse juntos para siempre y subrayó con rojo la frase en la que confesaba no tener un plan.

Cuando el amor le desbordó el alma y las palabras de pronto sobraron, la página se llenó de frases sin sentido, de emociones prisioneras. Cientos de mariposas se estrellaron inconscientes contra lo escrito.

Desconcertada, quizás cansada, dejó el lápiz sobre la hoja, recopiló los suspiros y los sostuvo con cuidado entre sus manos. Pues debía cobrarlos.

La tinta comenzó a deslizarse entre sus piernas y ella la confundió con el alma de las mariposas. Cuando ya sintió la humedad en sus pies y la tinta manchaba sus propias alas, las mariposas estrelladas se levantaron, atravesaron su estómago y se quedaron allí.
Revoloteando en silencio a la espera de cualquier señal.

¿Quién la ayudaría ahora a sostener sus miedos? ¿Qué haría ahora con los suspiros entre sus manos?

Entonces tomó el lápiz y siguió escribiendo.

17 de septiembre de 2014

DUELO


Y es ahí.

Al fondo de tus miedos, 
de tus sueños 
en tu espacio.

A continuación de tu abrazo,
al medio de tus ojos,
y al borde de tus labios.

Renacer entre tus brazos,
perderme en tus angustias,
tomarlas de la mano.

Y saber que es ahí, 
donde este duelo ya no es duelo,
donde somos y no fuimos.